Rien d’étonnant à ce que sur sa tombe soit gravé : Le Père

Evgenii Pazukhin, collaborateurr de programmes de radio, Rusia

El Espíritu, enviado por el Padre a través del Hijo, llamó a Josemaría Escrivá al profundo sentido de la filiación divina que distinguió no sólo su enseñanza, sino también su carácter y sus obras. La percepción de Dios como un cariñoso y compasivo padre excluye la posibilidad de hacer de Dios un instrumento de humanas ambiciones y pasiones. Esto reorienta la enseñanza de la Iglesia, lejos de amenazas, hacia la promesa brillante y alegre del Padre del Cielo. De ahí deriva tanto el ilimitado optimismo de Escrivá como la espiritualidad del Opus Dei. Esto explica el sincero encanto del hombre, su felicidad (a pesar del sufrimiento profundo), su buen humor constante (la santidad verdadera debe ser alegre), y la insólita naturalidad de sus acciones. De esto le viene su rechazo a toda hipocresía y mojigatería. Esto también explica cómo los lectores de sus obras se quedan invariablemente atraídos por su felicidad y libertad el Fundador del Opus Dei tenía la audacia de mirar a la gente con un profundo amor y compasión, inspirados por Dios, y los veía por los ojos del Divino Padre. Él se hizo padre de todos los que permanecen con Cristo en la búsqueda de la santidad con que Él encendió la tierra. No es extraño que los hijos espirituales del Fundador, por inspiración divina, inscribieran en su lápida una sola palabra: El Padre.